Descubre qué es la matrescencia y cómo afecta a tu bienestar y al de tu familia
Cuando escuchamos la palabra “adolescencia”, pensamos de inmediato en un período de transición lleno de cambios físicos, emocionales y mentales. Algo similar ocurre en el proceso de “matrescencia”, el período de transformación profunda que atraviesa una mujer al convertirse en madre.
La maternidad, lejos de ser solo un “rol” o una “etapa” en la vida de una mujer, implica cambios tan profundos que afectan su identidad, sus relaciones y su sentido del yo. La matrescencia es esa transición que tiene componentes físicos, hormonales, psicológicos y sociales, y como en la adolescencia, puede traer consigo retos y desafíos. A continuación, exploraremos en detalle en qué consiste la matrescencia, sus síntomas, la gestión emocional de esta etapa, y cómo podemos encontrar apoyo y bienestar en el proceso.
Índice de contenidos
¿Qué es la Matrescencia?
El término matrescencia fue acuñado por la antropóloga Dana Raphael en la década de 1970, aunque no fue ampliamente utilizado hasta tiempos recientes, cuando especialistas como la psiquiatra Alexandra Sacks lo revitalizaron y difundieron.
En esencia, la matrescencia es el proceso de cambio que experimenta una mujer cuando se convierte en madre. Involucra una transformación de la identidad y del sentido de uno mismo, un reajuste de prioridades y cambios tanto emocionales como físicos. De alguna forma, es un renacer: así como el adolescente se convierte en adulto, la mujer se convierte en madre, y este proceso puede ser desconcertante, agotador y revelador.
La matrescencia no es solo un conjunto de cambios biológicos sino también una crisis de identidad y una oportunidad para el autodescubrimiento. Durante esta etapa, muchas mujeres sienten que están divididas entre su “antigua yo” y su “nueva yo”, lo que puede dar lugar a emociones contradictorias ya la necesidad de redefinir quiénes son y qué quieren en la vida.
Síntomas de la matrescencia
Los síntomas de la matrescencia pueden ser tan variados como profundos, y cada mujer puede experimentarlos de forma diferente. Sin embargo, existen algunos signos comunes que muchas comparten durante esta etapa:
- Cambios de identidad y autoimagen : Las madres pueden sentir que han perdido a la persona que eran antes de tener hijos y pueden experimentar una crisis de identidad mientras intentan adaptarse a su nuevo rol.
- Conflictos de emociones : Durante la matrescencia, es común sentir emociones contradictorias. Las madres pueden experimentar una mezcla de amor intenso y a veces sentimientos de frustración o arrepentimiento por la pérdida de libertad. Es una tira y afloja emocional.
- Dudas y miedos : Muchas mujeres sienten una presión constante por “hacerlo bien”, lo que lleva a la autocrítica y a la inseguridad. Pueden surgir pensamientos como “¿Soy buena madre?”, “¿Estoy haciendo lo suficiente?”, entre otros.
- Sensación de agotamiento físico y mental : Los cambios hormonales, la privación de sueño y las nuevas demandas pueden llevar a un cansancio extremo, que no es solo físico sino también emocional. Esto puede incluso afectar la memoria y la concentración.
- Cambios en las relaciones : Las relaciones pueden experimentar tensiones o distanciamientos. La dinámica con la pareja cambia, y pueden aparecer conflictos debido a la distribución de responsabilidades o a la falta de comprensión mutua.
- Ansiedad y tristeza : La matrescencia no siempre está acompañada de felicidad. Muchas madres experimentan ansiedad, tristeza o incluso síntomas de depresión posparto. Estos sentimientos pueden sorprender o incluso hacer que la madre se sienta culpable.
- Búsqueda de propósito : Algunas madres sienten la necesidad de encontrar propósito y significado en esta nueva etapa. Buscan una conexión más profunda consigo mismas y una forma de equilibrar sus intereses personales con las demandas de la maternidad.
Gestión emocional de la Matrescencia
La gestión emocional durante la matrescencia es esencial para ayudar a las madres a navegar este período de forma saludable y satisfactoria. Aquí algunos consejos para gestionar las emociones durante esta transición:
- Reconocer y aceptar las emociones : Uno de los primeros pasos para gestionar la matrescencia es aceptar que todas las emociones, incluso las más desagradables, son válidas y normales. Reconocer que es natural sentirse confundida o abrumada puede aliviar la presión de intentar ser “perfecta”.
- Crear un espacio para la reflexión : Dedicar un tiempo para reflexionar sobre el “yo” pre-maternidad y el “yo” en la maternidad ayuda a construir una nueva identidad. Algunas formas de explorar esta transformación pueden ser la escritura de un diario, la meditación o incluso el apoyo psicológico.
- Comunicación abierta con la pareja y la familia : Expresar las necesidades y los sentimientos con los seres queridos puede ayudar a reducir tensiones y a encontrar un mejor apoyo. La maternidad cambia dinámicas, y comunicar estas necesidades es crucial para fortalecer los lazos familiares.
- Buscar apoyo en la comunidad : Formar o unirse a una comunidad de madres puede ser de gran ayuda. Compartir experiencias y escuchar las vivencias de otras mujeres ayuda a normalizar los propios sentimientos y encontrar estrategias para manejar los desafíos comunes.
- Practicar la autocompasión : La autocrítica es común durante la matrescencia, pero tratarse con amabilidad y comprensión es esencial. Ser madre es un aprendizaje constante, y la autocompasión es clave para sobrellevar los altibajos.
- Redefinir expectativas : La idea de la “madre ideal” puede generar mucha presión. Redefinir las expectativas y aprender a aceptar que “suficientemente bueno” es un estándar saludable ayuda a reducir la carga de perfeccionismo ya mejorar el bienestar.
El camino hacia el autocuidado y el bienestar
La matrescencia puede ser una oportunidad para aprender a priorizar el autocuidado. Este puede abarcar desde dedicar unos minutos para hacer ejercicio, salir a caminar o meditar, hasta cultivar pasatiempos que le permitan reconectar con uno mismo. Aunque el autocuidado puede ser difícil de mantener cuando se tienen muchas responsabilidades, hacer pequeñas pausas puede marcar una gran diferencia.
A nivel espiritual, muchas mujeres encuentran apoyo al reconectar con actividades que les traen paz y bienestar, como la lectura, la pintura, o simplemente, el silencio y la reflexión. El autocuidado emocional implica también dar espacio para que surjan nuevas pasiones y objetivos, y no perder de vista que la maternidad es solo una parte de la identidad de una mujer, no la totalidad.
Conclusión
La matrescencia es un viaje de transformación que cambia profundamente a una mujer. Entenderla y valorarla como una etapa de transición tan legítima como la adolescencia ayuda a las mujeres a navegarla de manera más saludable y consciente. Reconocer los cambios emocionales, validar las propias experiencias y buscar apoyo en comunidades o terapeutas puede hacer que este proceso sea una oportunidad para el autoconocimiento y el crecimiento personal.
La maternidad implica sacrificios, sí, pero también puede ser una puerta de entrada a una vida más auténtica y con propósito, en la que la mujer que emerge es una versión renovada, más fuerte y completa.